En la novela Mi año de descanso y relajación (2018), Ottessa Moshfegh presenta un argumento inquietante y profundamente irónico desde el que analiza con el microscopio el vacío aparente de la vida de su protagonista, una modelo perfecta de intelegiencia y glamour. A través de una narradora anónima, joven y adinerada, la escritora narra la crisis existencial que desemboca en un experimento radical. Consiste este en dormir durante un año entero como medio para poder reiniciarse emocionalmente. La premisa absurda, casi surrealista, sirve de base para explorar temas como la alienación, el consumismo y la fragilidad de las conexiones humanas.
La narradora es el corazón del relato. Recientemente huérfana y dueña de un apartamento en Manhattan, podría considerarse privilegiada, elegida, tocada por su belleza, modelada por su educación y afianzada en el mundo gracias a su posición económica. Sin embargo, estas ventajas solo acentúan su sentido de vacío. Su trabajo en la galería de arte Ducat regida por Natasha muestra el lado más canalla, cínica y burlón frente al desafuero creativo de de los creadores que acoge el espacio dedicado a las "bellas artes". La protagonista es autodestructiva e irascible. Antes de aceptar aquel trabajo, ya había decidido que el sueño prolongado, facilitado por una arriesgada combinación de medicamentos, era la mejor manera de evadirse del mundo y eludir su vida ignorando su propio yo. Su radicalidad resuena es un eco repetido como un grito silente ante el reflejo de su imagen en un mundo del que ha perdido su sentido de pertenencia.
En contraste, su mejor amiga, Reva, encarna la búsqueda desesperada de validación externa. Obsesionada con su apariencia física y atormentada por la muerte de su madre, Reva parece ser un reflejo distorsionado de la narradora: mientras una busca anestesiar su dolor, la otra intenta enmascararlo tras una fachada de normalidad. La relación entre ambas es tensa y llena de condescendencia. La narradora desprecia a Reva por su superficialidad, pero en el fondo ambas comparten una desesperación similar, lo que las convierte en dos caras de una misma moneda.
Uno de los elementos más fascinantes de la novela es la figura de la doctora Tuttle, la psiquiatra que facilita el experimento de la narradora al recetarle una variedad de medicamentos sin ningún rigor profesional. Dr. Tuttle es un personaje que raya en lo caricaturesco, pero su indiferencia hacia la salud mental de su paciente subraya una crítica al sistema médico y su incapacidad para abordar problemas emocionales profundos. En lugar de confrontar la causa del dolor de la narradora, Dr. Tuttle se convierte en un engranaje más de un sistema que perpetúa el desapego y la desconexión.
A lo largo del relato también aparecen figuras como Trevor, el exnovio egocéntrico de la narradora, y Ping Xi, un artista conceptual excéntrico para quien la protagonista trabaja brevemente. Ambos personajes refuerzan la idea de un mundo superficial y vacío. Trevor es un hombre manipulador que representa las relaciones fallidas y desiguales, mientras que Ping Xi encarna la banalidad del mundo del arte contemporáneo, con sus proyectos absurdos y su desconexión de cualquier auténtica expresión emocional.
Lo que hace a Mi año de descanso y relajación tan potente no es solo su exploración de la alienación moderna, sino también su habilidad para enfrentar al lector con preguntas difíciles: ¿qué sucede cuando los privilegios materiales no pueden llenar el vacío existencial? ¿Hasta qué punto somos cómplices de un sistema que fomenta la desconexión? La novela también destaca por su humor negro y su tono sardónico, que aportan ligereza a lo que de otro modo podría ser una narración sombría.
El sueño como metáfora del escape y el reinicio es central en la novela, pero también plantea una paradoja: incluso cuando la narradora busca escapar de sí misma, su plan la obliga a confrontar las verdades más crudas sobre su identidad y su lugar en el mundo. En un giro final, su aislamiento radical parece abrir una puerta a la transformación, aunque no sin antes obligarla a descender al abismo de su propia psique. La obra de Ottessa Moshfegh es un retrato despiadado y brillante de la alienación contemporánea, con personajes que, a pesar de su complejidad y sus defectos, resuenan por su humanidad. Mi año de descanso y relajación nos invita a reflexionar sobre la búsqueda del significado en un mundo que parece haber perdido el suyo.
RM 2025
Ottessa Moshfegh. Mi año de descanso y relajación. Alfaguara. 2019