viernes, 19 de junio de 2009

El viejo y el mar

Dicen que Faulkner escribió, que en esa novela, Hemingway había descubierto a Dios. Debió ser una buena noticia para los que pedían alguna muestra de su existencia. The Old Man and the Sea (1952) es la narración de una lucha. La de un pescador contra su presa. Cuentan que la historia fue real. Hemingway supo adaptarla para lograr un relato magistral. Hacía tiempo que sus cuentos eran perfectas construcciones literarias. Es cierto que el viejo llegó a pescar aquel enorme pez. La novela nos narra aquella hábil y paciente batalla para acabar con la vida de ese ejemplar. Las escenas de una lucha desigual entre Santiago, el viejo pescador, con las manos desechas por el sedal y el cuerpo escuálido por la vida, contra su vivaz oponente. El viejo está solo, lejos de La Habana, perdido en medio de un mar manejado por las corrientes y la entereza de la presa.

"Era un viejo que pescaba solo en un bote"


Si quieres leerme sólo tienes que tocarme

Los destellos de una escritura que roza la perfección en sus descripciones recorren toda la obra. Entre ellos quizá como eje central de la historia quedan estas líneas:
El viejo soltó el sedal y puso su pie sobre sobre él y levantó el arpón tan alto como pudo y lo lanzó hacia abajo con toda su fuerza, y más fuerza que acababa de crear, al costado del pez, justamente detrás de la gran aleta pectoral que se elevaba en el aire, a la altura del pecho de un hombre. Sintió que el hierro penetraba en el pez y se inclinó sobre él y lo forzó a penetrar más y luego le echó encima todo su peso.
Luego, el pez cobró vida, con la muerte en la entraña, y se levantó del agua, mostrando toda su gran longitud y anchura y todo su poder y belleza. Parecía flotar en el aire sobre el viejo que estaba en el bote. Luego cayó en el agua con un estampido que arrojó un reguero de agua sobre el viejo y sobre todo el bote.
La lucha de aquel viejo pescador cubano por cobrar el pez ensartado en su cebo y la de ambos, depredador y presa, contra los hábiles e irrefrenables escualos. En tierra los restos de la lucha y el dolor por la inútil travesía acaban en la absurda lógica accidental de turista irreflexiva.

Como dicen que una imagen vale más que mil palabras, pongo aquí las imágenes encadenadas, pintadas por Alexander Petrov para ilustrar parte de las palabras de Hemingway.



Lo del Bolero de Ravel y el Edelweis de Sonrisas y Lágrimas son cosecha de Youtube.

RM/09